Hola, soy Marcos Emiliano Mesa de caseros, Buenos Aires, Argentina. En este espacio, quiero ofrecerles, un entendimiento del mensaje que nos propone Jesus, ejemplos para poder vivirlo en lo cotidiano.Tambien quiero presentar explicaciones de la liturgia para vivir las distintas etapas de la iglesia con plenitud.

viernes, 14 de noviembre de 2008

La vida eterna ¿Qué es?

Agustín, en su extensa carta sobre la oración dirigida a Proba, una viuda romana acomodada y madre de tres cónsules, escribió una vez: En el fondo queremos solo una cosa, la “vida bienaventurada”, la vida que simplemente es vida, simplemente “felicidad”. A fin de cuentas, en la oración no pedimos otra cosa.
No nos encaminamos hacia nada más, se trata sólo de esto. Pero después Agustín dice también: pensándolo bien, no sabemos en absoluto lo que deseamos, lo que quisiéramos concretamente. Desconocemos del todo esta realidad; incluso en aquellos momentos en que nos parece tocarla con la mano no la alcanzamos realmente. “No sabemos pedir lo que nos conviene”, reconoce con una expresión San Pablo (Rom 8, 26). Lo único que sabemos es que no es esto. Sin embargo en este no saber sabemos que esta realidad tiene que existir. “Así , pues, una sabia ignorancia (docta ignorantia)”, escribe. No sabemos lo que queremos realmente; no conocemos esta “verdadera vida” y, sin embargo, sabemos que debe existir un algo que no conocemos y hacia el cual nos sentimos impulsados.
Pienso que Agustín describe en este pasaje, de modo muy preciso y siempre válido, la situación esencial del hombre, la situación de la que provienen todas sus contradicciones y sus esperanzas. De algún modo deseamos la vida misma, la verdadera, la que no se ve afectada ni siquiera por la muerte; pero, al mismo tiempo, no conocemos eso hacia lo que nos sentimos impulsados. No podemos dejar de tender a ello y, sin embargo, sabemos que todo lo que podemos experimentar o realizar no es lo que deseamos. Esta “realidad” desconocida es la verdadera “esperanza” que nos empuja y, al mismo tiempo, su desconocimiento es la causa de todas las desesperaciones, así como también do todos los impulsos positivos y destructivos hacia el mundo auténtico y el auténtico hombre. La expresión “vida eterna” trata de dar un nombre a esta desconocida realidad conocida.
Es por necesidad una expresión insuficiente que genera confusión. En efecto, “eterno” suscita en nosotros la idea de lo interminable, y eso nos da miedo; “vida” nos hace pensar en la vida que conocemos, que amamos y que no queremos perder, pero que a la vez es con frecuencia más fatiga que satisfacción, de modo que, mientras por un lado la deseamos, por otro no la queremos. Podemos solamente tratar de salir con nuestro pensamiento de la temporalidad a la que estamos sujetos y augurar de algún modo que la eternidad no sea un continuo de días del calendario, sino como el momento pleno de satisfacción, en el cual la totalidad nos abraza y nosotros abrazamos la totalidad. Sería el momento de sumergirse en el océano del amor infinito, en el cual el tiempo –el antes y después- ya no existe. Podemos únicamente tratar de pensar que este momento es la vida en sentido pleno, sumergirse siempre de nuevo en la inmensidad del ser, a la vez estamos desbordado simplemente por la alegría. En el Evangelio de Juan, Jesús lo expresa así: “Volveré a verlos y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría” (16, 22). Tenemos que pensar en esta línea si queremos entender el objetivo de la esperanza cristiana, qué es lo que esperamos de la fe, de nuestro ser con Cristo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Marcos, queria que me dejases tu mail de contacto para poder comentarte un par de cosas sobre el sentido de la vida y el significado de la vida eterna. Haber si es posible que podamos contactar. Yo si quieres te dejo el mio: manoloalfaro76@hotmail.com.
Muchas gracias