Hola, soy Marcos Emiliano Mesa de caseros, Buenos Aires, Argentina. En este espacio, quiero ofrecerles, un entendimiento del mensaje que nos propone Jesus, ejemplos para poder vivirlo en lo cotidiano.Tambien quiero presentar explicaciones de la liturgia para vivir las distintas etapas de la iglesia con plenitud.

sábado, 3 de mayo de 2008

Otro testimonio

Primero y principal quiero empezar nuevamente pidiendo disculpas.
Tube problemas con Internet y la maquina, también tube todos los examenes juntos en el colegio y los tiempos no me daban.
Ya solucionados los problemas espero poder actualizar la pagina con mas frecuencia, y brindarles ayuda a través de la inspiración del señor.

Acá les ofresco un testimonio, como ejemplo del amor que Dios nos tiene:


Mi nombre es Sabrina, les voy a contar mi testimonio de como pude sentir el amor de Dios muy profundo dentro de mi corazón. Mi infancia no fue una infancia feliz y plena como la de muchos niños. A pesar de no tener carencias materialmente, mis padres utilizaban ese medio para reforzar situaciones en torno a lo emocional que pienso yo que los desbordaban. Desde pequeña sufrí la discriminación y la exclusión a causa de la enfermedad que padecía, una enfermedad muy común en nuestra sociedad: la obesidad infantil. Esa enfermedad me encapsuló en un mundo de soledad y resentimiento hacia quienes me rodeaban y me desechaban porque "no encajaba" en ningún lado. Con los años ese sentimiento hostil se fue profundizando, pero el dolor no cedía. Yo necesitaba sentir que era importante para alguien, ¿pero para quien? En mi adolescencia conocí a Jesús quien me abrió sus brazos para cobijarme en su amor, pero aún así yo no podía entregarme a ese amor que Él me ofrecía por la desconfianza que sentía ante el acercamiento de alguien, incluso del mismísimo Dios. Un buen día el dolor me superó. Era una noche en la que me sentía muy mal y me había ido a dormir. El llanto me ahogaba la garganta, yo estaba acostumbrada a pasar estos momentos sola sin que nadie me contenga pero esa noche era terrible, cuanto mas trataba de serenarme más me ahogaba el llanto. No pude más y clamé con la voz entrecortada: "Jesús, si me amas, por favor hacemelo saber. No puedo seguir más así"... y seguí llorando desconsoladamente acurrucada en mi cama. En ese momento sentí como una mano apretaba con fuerza mi hombro y una voz sumamente dulce me decía "aquí estoy". No me atreví a darme vuelta, un poco por miedo, y otro poco porque no quería dejar de sentir el calor de esa mano en mi hombro. Supe que era Jesús quien había venido ante mi clamor. De repente me quedé dormida, sumida en una paz extraordinaria que solo el amor Dios puede dar. Amigos, yo no tuve la oportunidad de experimentar el amor de muchas personas, pero sí el amor de Dios. Amor que experimento día a día, y que trato con esfuerzo, de transmitirlo a mis hermanos.
Dios los Bendiga!!








Espero que les haya gustado.
Atte. Marcos Emiliano Mesa

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