Hola, soy Marcos Emiliano Mesa de caseros, Buenos Aires, Argentina. En este espacio, quiero ofrecerles, un entendimiento del mensaje que nos propone Jesus, ejemplos para poder vivirlo en lo cotidiano.Tambien quiero presentar explicaciones de la liturgia para vivir las distintas etapas de la iglesia con plenitud.

miércoles, 25 de junio de 2008

La manzana


Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas.
Un pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba alrededor de él.
Trepaba al árbol hasta el tope, comía sus manzanas y tomaba una siesta bajo su sombra.
El niño amaba el árbol y el árbol amaba al niño.
Paso el tiempo y el pequeño niño creció y no volvió a jugar alrededor del enorme árbol.
Un día el muchacho regresó al árbol y escucho que le decía con tristeza:
“¿Vienes a jugar conmigo?”
Pero el muchacho contestó:
“Ya no soy un niño para jugar alrededor de enormes árboles, lo que quiero ahora son juguetes y necesito dinero para comprarlos”.
“Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero… pero te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas, de esta manera obtendrás el dinero para tus juguetes”, el muchacho se sintió muy feliz, tomó todas sus manzanas, obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz.
Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste.
Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y preguntó:
“¿Vienes a jugar conmigo?”
“No tengo tiempo para jugar, debo trabajar para mi familia, necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos, ¿puedes ayudarme?”
“Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo una casa, pero… tu puedes cortar mis ramas y construir una casa”
El joven cortó las todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió y desde esa ves el árbol volvió a estar triste y solitario.
Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado.
“¿Vienes a jugar conmigo? Volvió a preguntar el árbol.
El hombre contesto:
“Estoy triste y volviéndome viejo, quiero un bote para navegar y descansar, ¿puedes darme uno?”
El árbol contestó:
“Usa mi tronco para que puedas construir uno, así podrás navegar y ser feliz”.
El hombre cortó el tronco y construyó un bote, luego se fue a navegar por un largo tiempo.
Finalmente regreso luego de muchos años y el árbol le dijo:
“Lo siento mucho, pero ya no tengo nada para darte ni siquiera manzanas”, el hombre replico: “No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar, ahora ya estoy viejo”.
Entonces el árbol con lágrimas en los ojos le dijo:
“Realmente no puedo darte nada… la única cosa que me queda son mis raíces”.
El hombre contestó:
“Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar, estoy tan cansado después de tantos años”.
“Bueno, las viejas raíces de un árbol, son el mejor lugar para recostarse a descansar, ven siéntate conmigo y descansa”, el hombre se sentó junto al árbol y éste, feliz y contento, sonrío con lágrimas.




Esta es la historia de cada uno de nosotros, él árbol representa a nuestro padres, cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá.
Cuando crecemos los dejamos… solo regresamos a ellos cuando necesitamos o estamos en problemas, no importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices.
Podrás pensar que el muchacho es cruel con el árbol, pero es muy probable que así nosotros tratemos a nuestros padres…
No dejes pasar esta oportunidad para demostrar cuanto amas a tus padres, no sea que cuando lo quieras hacer sea tarde.

viernes, 13 de junio de 2008

Desahogarnos con amor

La sangre se arremolina en las sienes, las quijadas se aprietan con crispados nervios como queriendo morder algo que no está en la boca, las manos se comprimen formando dos puños escondidos de la vista de miradas indiscretas, como queriendo golpear lo que no tienen al alcance del brazo. Si, estoy enojado, la injusticia es demasiado burda como para ignorarla, como para simplemente dejar pasar el hecho y voltear la página.

Muchas veces vivimos momentos de extremo enojo, frente a traiciones, abusos de autoridad, hipocresías, maldades o mentiras. Pero el enojo no se va, se instala orondo en nuestro interior y nos acompaña por el resto del día, no dejando que la paz y el equilibrio interior vuelvan a ser el norte que guía nuestro caminar. Y en esos momentos, ¡que injustos podemos ser con los que nos rodean! Cuanto dolor podemos provocar en los que con absoluta inocencia se acercan a nosotros para ayudarnos o simplemente compartir un momento laboral, de familia, o de amistad.

Las más de las veces descargamos nuestras impotencias con aquellos que menos lo merecen. Esas buenas personas que nada tienen que ver con nuestro enojo son victimas de nuestros desahogos y culminan siendo el eslabón final de la cadena de frustraciones que nos llevó al estallido. ¡Que injustos que somos, que poco amor por esas sencillas almas que sólo quieren compartir y acompañarnos en los momentos malos que nos prodiga la vida!

En muchas oportunidades las victimas son las esposas cuando llega el marido a la casa, o viceversa. En otros casos son los empleados que sufren a sus jefes frustrados por problemas con sus superiores. O simplemente ese amigo que te acerca su hombro y le respondes con una ácida respuesta. Es curioso, pero las más de las veces nos desahogamos de nuestro enojo con los más débiles, los que no tienen la capacidad de responder a nuestra agresión, quizás nuestros propios pequeños hijos.

La palabra que resuena en mi mente es cobardía. ¿Cómo podemos ser tan poco cristianos como para desahogarnos de nuestros enojos descargando ataques de ira contra los que nada tienen que ver con nuestros problemas? Es una cadena de agresión, que sólo genera más y más malos sentimientos, cadena que sólo puede ser interrumpida por los lazos invisibles del amor.

Cuando tenemos esos momentos de enojo, necesitamos desahogarnos, necesitamos liberar esa presión interior que nos oprime y ensombrece. Sin demora alguna liberemos ese volcán que amenaza estallar en nuestro pecho, pero hagámoslo con amor, derramando gotas de ternura, sonrisas, comprensión. Nuestros malos sentimientos se derretirán como nieve junto al calor del hogar, no resistirán la sonrisa que nos prodiga esa alma buena que se acerca a nosotros con las manos abiertas. Luego podremos comprender qué tontos que somos cuando respondemos mal con mal, cuando alimentamos los círculos concéntricos que nos alejan del amor.

Es una virtud heroica la de aquellos que son capaces de responder al mal con bien, la de los que son capaces de frenar sus propios sentimientos de enojo y tornarlos en suaves sonrisas que derriten el mal. Virtudes heroicas las de los que derraman miel sobre un mundo con rostro de limón. La acidez de esta sociedad pide a gritos que almas heroicas la llenen de dulzura. Héroes que serán vistos como débiles quizás, pero qué bienvenidas son esas hermosas almas que iluminan el mundo, le dan un sentido puro, bueno, frente a los ríos de egoísmo e hipocresía que corren por nuestras calles.

¡Virtudes heroicas para una causa noble, la de honrar al Amor de los Amores uniendo nuestra voluntad a la Suya!

miércoles, 11 de junio de 2008

¡Sólo empuja!

Un hombre dormía en su cabaña cando de repente una luz iluminó la habitación y pareció Dios.
El Señor le dijo que tenía un trabajo para él y le enseño una gran roca frente a la cabaña. Le explicó que debía empujar la piedra con todas sus fuerzas.
El hombre hizo lo que el Señor le pidió, día tras día. Por muchos años, desde que salía el sol hasta el ocaso, el hombre empujaba la fría piedra con todas sus fuerzas… y esta no se movía. Todas las noches regresaba a la cabaña muy cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos habían sido en vano.
Como el hombre comenzó a sentirse frustrado, Satanás decidió entrar en el juego trayendo pensamientos a su mente. “Has estado empujando esa roca muchas tiempo, y no se a movido”. Le dio al hombre la impresión de que la tarea que le había sido encomendada era imposible de realizar y que él era un fracaso.
Estos pensamientos incrementaron su sentimiento de frustración y desilusión. Satanás le dijo: “¿Por qué esforzarte todo el día en una tarea imposible? Solo haz un mínimo esfuerzo y será suficiente”.
El hombre pensó en poner en practico esto pero antes decidió elevar una oración al Señor para confesarle sus sentimiento: “Señor, he trabajado duro por mucho tiempo en tu servicio. He puesto todas mis fuerzas para conseguir lo que me pediste, pero aún así, no he podido mover la roca ni un milímetro. ¿Qué pasa? ¿Por qué es fracasado?
El Señor respondió con compasión: “Querido hijo, cuando te pedí que me sirvieras y tu aceptaste, te dije que tu tarea era empujar con todas tus fuerzas la roca, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras. Tu tarea era empujar. Ahora vienes a mi sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿En realidad fracasaste?
Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda fuerte y bronceada, tus manos callosas por la constante presión, tus piernas se han vuelto duras.
A pesar de la adversidad has crecido mucho y tus habilidades ahora son mayores que las que tuviste alguna vez.
Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era ser obediente y empujar para ejercitar tu fe en mí.
Eso lo has conseguido. Ahora, querido hijo, yo moveré la roca”.


Algunas veces, cuando escuchamos la palabra del Señor, tratamos de utilizar nuestro intelecto para descifrar su voluntad, cuando en realidad Dios solo nos pide obediencia y fe en Él. Debemos ejercitar nuestra fe, que mueve montañas, pero concientes que es Dios quien al final logra moverlas.
Cuando todo parezca ir mal… ¡Sólo empuja!
Cuando estés agotado por el trabajo… ¡Sólo empuja!
Cuando la gente no se comporte de la manera que te parece que debiera… ¡Sólo empuja!
Cuando la gente simplemente no te comprenda… ¡Sólo empuja!
Cuando te sientas agotado y sin fuerzas… ¡Sólo empuja!

miércoles, 4 de junio de 2008

Sal y Luz San Martín-Ballester

Sal y Luz en San Martín y Ballester!

El sábado 7 de junio de 9 a 19 horas realizaremos en la Casa Joven (Bonifacini 2067) el encuentro "Sal y Luz" preparado para dirigentes, asesores y catequistas de niños, adolescentes y jóvenes y también para jóvenes mayores de las comunidades, movimientos e instituciones de los decanatos de San Martín y Villa Ballester.

Les pedimos que vayan confirmando a ferrey@infovia.com.ar quiénes van a participar.Traigan cuaderno, birome y algo para compartir en el almuerzo. Un abrazo para todos/as.

Pbro. Fernando Rey y equipo del espacio de formación y espiritualidad Área Pastoral Nuevas Generaciones y Vocaciones